Negacionistas del desastre
A raíz de una conversación reciente con un amigo sobre "No mires arriba", el último estreno de Netflix, me vino a la cabeza una novela de ciencia ficción que leí hace un par de años: Siete Evas de Neal Stephenson.
La novela, que personalmente me decepcionó bastante, parte de una premisa que en aquel entonces me pareció muy endeble. Sin desvelar nada importante pues todo lo que adelanto aquí transcurre en las primeras 40 o 50 páginas de las 800 que tiene en total, la premisa inicial que se plantea es que la tierra quedará destruida en unos 24-36 meses. Destruida en el sentido de que toda la vida en La Tierra será eliminada.
El caso es que, a diferencia de la película de Netflix, tras unos momentos de vacilación, las grandes potencias entienden perfectamente el problema y comienzan una carrera para salvar a una (realmente) pequeña parte de la población mundial que quedará flotando en órbita geoestacionaria entre una modificación de la ISS y una colmena de cápsulas de mediano tamaño que pueden ensamblarse unas con otras.
Todo esto, como digo, transcurre en los primeros momentos de la novela y el autor pasa por encima sin prestarle mucha atención pero claro, uno se pregunta, ¿si el mundo fuera a terminar en un plazo tan corto realmente todo seguiría más o menos igual? Porque en el caso de la novela, las fábricas siguen trabajando, los aviones siguen volando, y apenas se hace referencia a problemas sociales o revueltas hasta apenas unas semanas antes del inicio de los lanzamientos de estos "elegidos" a la órbita. Realmente se nota que el objetivo de la novela no es el analisis de esta situación sino todo lo que sucede después. Sin embargo, a mi no me gustó mucho que se pasara de puntillas por todo esto.
En ese momento esta premisa me acabó pareciendo disparatada. Si las principales potencias mundiales, dirigidas por sus gobiernos se toman en serio un problema similar (como en el caso de libro) y lo anuncian sin tapujos en una declaración conjunta televisada el sistema colapsaría. No me refiero tampoco a gente corriendo con ballestas por las calles. Simplemente a que el mundo pararía de trabajar en gran medida. Dudo mucho que policías, bomberos, médicos, camioneros, tripulaciones de barcos mercantes, pilotos, soldados, etc. siguieran cumpliendo con sus rutinas habituales mientras saben que las semanas antes del desastre se cuentan con los dedos de una mano. Al menos, dejarían todas sus obligaciones para trazar sus propios planes de salvamento (que el autor ya deja claro que serán inútiles).
Ahora bien, tras hablar sobre la película me ha dado por pensar en si realmente aquel pensamiento personal tras leer el libro estaba bien encaminado. Si realmente se anunciará un desastre de magnitud total ¿estaríamos dispuestos a creerlo? Viendo como en los últimos meses han proliferado negacionistas de todo tipo de realidades me ha dado por pensar. En España hay quien ha negado públicamente que la nieve que caía del cielo fuera real, o que un volcán estuviera realmente arrasando la isla de La Palma. A esos les podemos sumar los negacionistas de la COVID19, los terraplanistas, etc.
La premisa de Stephenson que me pareció hace años mal planteada y mal desarrollada pero, ahora mismo toma otro color. Pensando de nuevo en aquella imagen de los líderes mundiales anunciando al mundo sin tapujos el destino de toda la humanidad ¿no llegaríamos a recelar de dicho anuncio y dando pábulo a nuestra imaginación para que creara todo tipo de teorías conspiracionistas?
Vivimos tiempos extraños ciertamente.
Enero 2022